Se llama Felix, tiene casi 90 años, y el define su estado con la frase de la cabecera de esta entrada. Al principio no entendia si se refería al tejado de su casa, o a qué, pero se refería a él mismo. Se lo toma con humor. Me cuenta que lleva trabajando casi desde que nació. Durante años se encargaba de subir caballos a Madrid desde Villarejo, son 50 km, a veecs lo hacía en el mismo día; el andando, no sobre los caballos. Y por eso tiene artrosis, no lo llama así, pero no puedo repetir cómo lo dice, porque no tiene traducción escrita. Algo así como "la areuma", pero con artrosis. La conversación la hemos mantenido a gritos en la oficina, porque la sordera es otra gotera que tiene. Al despedirse, se lleva la mano al bolsillo, yo me asusto, porque no se si le está dando otra gotera, pero no; me saca dos caramelos de café: "para ti y para tu compañera, que lo'habis hecho mu'bien". Se agradece. Antes de irse, pasa por el despacho de mi compañera, para decirle que me ha dejado un caramelo de café de su parte, no me lo vaya a quedar yo.
Se marcha encorvado, y con las goteras a cuestas, pero sonriente. Así da gusto.
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